jueves, 30 de mayo de 2013

PERSEO


Acrisio (rey de la Argólida) tuvo una hija llamada Dánae, y como quería saber su futuro fue al oráculo. Éste le dijo que moriría a manos de su nieto, entonces Acrisio no permitió que su hija se casara.

Al hacerse mayor la encerró en una torre, pero un día Zeus bajó en forma de lluvia de oro, y así fue como Dánae tuvo a Perseo. Cuando Acrisio se enteró y los envió en un arca al mar, después de unos días llegaron a las orillas  de la isla Serifos donde los acogieron.
Dánae y Zeus(lluvia de oro).
 
Dánae y Perseo (en el arca).

El hombre que la acogió quería casarse con ella, pero Perseo no estaba de acuerdo, y él le dijo a Perseo que debía mostrarse un hombre ante el pueblo, ya que iban diciendo lo contrario. Perseo tuvo que matar a la Medusa y regresar con su cabeza, tendría que tener cuidado, ya que si la miraba a los ojos te convertirías en piedra.
Los dioses le regalaron objetos, entre ellos Atenea le dio un escudo para que lo mirara y no se convirtiera en piedra.
Cuando él llegó al lugar donde estaba Medusa, fue sigiloso pero tropezó y la Medusa se despertó, era un verdadero monstruo, Perseo se acercó y le cortó la cabeza, ella todavía seguir petrificando aun estando muerta.
Perseo y la Medusa

Perseo se puso las sandalias que le había regalado Hermes, empezó su viaje de regreso, en una orilla vio a una joven que estaba atada a una roca, era Andrómeda, hija del rey de Etiopía, y estaba allí porque su madre había tenido un acto de hibris con las Nereidas.
 
 

PERSEO
 
 
 
 
Zeus en una fina luz diamantina se transforma,
penetra el aposento de la hermosa Dánae,
dejándola en cinta del mitológico Perseo.


Quiero ser Diosa de tu reino. Con rayos de oro
cabalgar odas de canto para laurear tú
oráculo. Metamorfosearme en espigas de luces
y al amanecer ser tu amante.


En cofre quiero lanzarme al mar, buscar
sirenas para tu harén inmortal y un céfiro
de corceles para marcharme al Olimpo junto
a tu Goliat.

Mi Medusa ansia la furia de tus alas
y garras, Gorgonas pasionarias. Mortales mis
ojos cuando miro tu piel de oleaje,
idilios marinos que enfrentas con espada.

¡Oh mi amado Perseo! En tu mundo Serifos,
doncellas de perlas cuidan con esplendida
dulzura, los triunfos que dejaron tus sandalias
aladas.

El arcón flotó ayudado por Poseidón, llegando
a una apartada isla con tu madre Dánae, quien
dedicó su vida a tus cuidados como un digno
hijo de Zeus.
Libérame de mis cruentas cadenas
como lo hiciste con la bella Afrodita y seré raíz
de tus pies venciendo Atena.

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