domingo, 10 de marzo de 2013

MITO DE PROMETEO


Prometeo fue el creador de algo semejante a los dioses: el hombre, su hermano creó a todas las criaturas. Después de crearlos Prometeo vio a los hombres tiritar de frio y decidió robar el fuego del Olimpo.

Prometeo robando
el fuego.

                             




Por esto Prometeo sacrificó un toro en nombre de Zeus. Prometeo dividió un toro en dos, la primera parte puso la carne cubierta de huesos y en la segunda parte puso el resto de los huesos cubierto de grasa. Zeus escogió la segunda, y decidió castigarlo por su acto de hibris y les quito el fuego, también ordenó a Hefesto crear a una mujer: Pandora.
Pandora.

Zeus le dio vida, la envió a Prometeo y le dio una caja que contenía todas las desgracias del mundo, Prometo no quiso saber nada de ella, y ella fue hacia Epimeteo.

Zeus se enfadó y le llevo al monte Cáucaso, allí fue encadenado por Hefesto y envió un águila para que se comiera su hígado cada día y por la noche volvía a crecerle, al poco tiempo de su castigo Hércules se apiado de él y mató al águila, pero siempre debería estar encadenado a una roca.

El águila y Prometeo.




 Hércules salvando a Prometeo.

                           
 Pandora abrió la caja y salieron todos los males excepto la esperanza.

Pandora abriendo
la caja.



Epimeteo y Pandora se casaron y tuvieron a Pirra, ésta se casó con Deucalión (hijo de Prometeo).Zeus provocó un diluvio pero como Prometeo lo veia venir  aviso a su hijo de que construyera un arca para él y su mujer, ellos se salvaron y Zeus le concedió un deseo y ellos pidieron que volviera el ser humano.

Pirra y Decaulión.


Prometeo I

¡Titán! Ante cuyos ojos inmortales
los sufrimientos de la humanidad,
vistos en su triste realidad,
no eran como las cosas que los dioses desprecian.
Un callado e intenso sufrimiento;
la roca, el buitre, y la cadena,
todo lo que el soberbio puede sentir de dolor,
la agonía que ver no deja,
la asfixiante sensación del infortunio,
que no habla sino en su soledad,
y luego es celosa, a menos que el cielo
posea un oyente, no suspirará
hasta que su voz eco no tenga. 

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